20.7.14

Saber aceptar.

 Mi libertad de amar termina donde empieza su libertad.
Su libertad no le da rienda suelta al amor.
Aprendiendo a aceptar, tal vez así encuentre la felicidad, pero a veces es difícil, a veces prefiero simplemente dejarme atrapar por algún abrazo aislado que le brota cuando la noche y las sustancias no le son suficientes.
Quizá sé lo que quiero, quizá es sólo una coraza de fuego que me armé un día para que se quede conmigo a pesar de la lejanía abrasadora de sus besos, pero sobre todo de esa compañía repulsiva. Entonces lo que quiero está escondido en la punta de su nariz y prefiero pensar que sólo es el miedo el único egoísta en esta noche eterna, final incierto.
Y lo que haya tras sus ojos, color miel por la mañana, verdes cuando el sol resplandece, oscuros cuando todavía  se halla volando en una nube blanca, nube negra. Lo que haya tras sus ojos, todavía es un misterio.