1.11.23

Mariposas y mentiras

 Habia una vez una pequeña mariposa que buscaba volar entre las flores de doña Carmen, mi vecina.

 Y la mariposita se acercaba al jardín de la doña, pero algo la detenía en el preciso momento en que  rozaba la libustrina.

La mariposa intentó el primer día... Las flores estaban ahi esperándola. Pero la libustrina le sugería que se quedara con ella.

El segundo día la mariposa se posó sobre la libustrina y pudo ver cómo las flores poco a poco se marchitaban de tristeza.

El tercer día las flores estaban enojadas. No podían entender que la mariposa había elegido quedarse en la libustrina en vez de estar con ellas.

Pero la libustrina sabía mentir. Le había dicho a la mariposa que las flores le tenían envidia y le iban a robar sus colores.

Un día la mariposa llegó al jardin de doña Carmen en búsqueda de la libustrina pero ésta ya no estaba. Doña Carmen había decidido poner rejas, más seguras que una planta para cuidar su hogar. 

Entonces la mariposa pudo entrar directo a las flores. Pero ya era tiempo de morir para ella.

Las flores entendieron que había sido engañada, y su vida habia sido desperdiciada intentando convencerse de que una libustrina opaca era lo mejor para ella, antes que las coloridas flores.

La mariposa murió convencida de que amaba a las flores y que odiaba las libustrinas.

Las flores le contaron a las abejas, que le contaron a los picaflores, que le contaron a las hormigas, y por fin a las orugas y los gusanos que luego serían mariposas. 

Las libustrinas se alimentan de la ilusión de las mariposas, no las quieren, solo las usan para aparentar más colores en su fachada.

Y nunca más una mariposa se posó sobre una libustrina.