El día que me enfrenté con el diablo, el oxígeno se volvió confuso y mi sangre ardía de dudas.
Intenté que el tiempo enfriara las cosas pero a él parece que el paso de los días le potenciaba su furia contra mi feminidad.
Con cada nuevo encuentro, yo intentaba disfrazarme de bruja y que me quiera un poco.
En cambio, para él todo era kaos, incendios y ceniza.
Mis lágrimas hacían que crezca una flor rubí bajo esa savia gris.
No me atreví a sacar chispas ante tanto fuego.
Hasta que por fin una noche, envalentonada, me dirigí hacia lo más visceral de su ser,
y le rogué,
me diera una tregua.
¿Puede el infierno volverse algo tan irresistible?
Será la bruja entonces su perdición.
Contenido es ahora el fuego.
¿Represión?
¡Muy bueno!
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