16.9.19

Los descuidos. Paco Urondo.

Mi mano se desliza en busca de los pechos expertos: el agua es tibia y generosa. Bajo la tela prevenida de su prenda nocturna, han bajado los cielos para dejar caer el primer movimiento del agua. Parece que va a llover; todo está quieto y solo. Ella puede demorar las cosas; ocultar algo todavía. Puede salvarse. ¡Dios mío, que no haya perdido esa, entre tantas agudezas! Sólo me tranquiliza que sea una mujer de mundo: tiene astucia para el naipe y para la indolencia; es hábil con su cuerpo elegido que se encrespa y ruge. Conoce a fondo los placeres. Pero con el temporal irrumpen sus fragancias secretas: es ésta una delicadeza que nunca pudo controlar. Entonces la excede su innecesaria vergüenza; los sueños quebrantados, el olvido. Y la dejo llorando, perdida en su mundo, tan frágilmente suspendido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario