Una taza de añares, envuelta entre esas manos como lienzos de seda, y ese aroma... delicioso sabor a frutillas nadando en jugo de almíbar. Olor que conjunta en una perfección innata, con la suavidad de sus cabellos, rizos negros conformando una sonatina única.
Afortunadamente para mi, por un desliz innecesario, dejando lugar y razón a la ley de gravedad, voló cara al piso, una riquísima tostada con membrillo, desmerecedora de poseer tan finos labios.
Surgió de pronto una tormenta de sensaciones mutuamente percibidas, que concluyeron en un encuentro de conciencias, mezclando rojo y verde, transformando blanco en primario, secundario, ternario,arco iris, y blanco otra vez.
Mis cuentas de álgebra me dijeron anoche, que de tanto en tanto, es normal pensar que eso sea un encuentro de almas, nacimiento de un nuevo amor. Pienso que debería seguir sumando números y no inmiscuirme en ese loco inoportuno, que planea falsos nudos. Insoportable.
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